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jueves, 8 de noviembre de 2012

La Eucaristia



La Santa Misa es por esto el sacramento del optimismo. Efectivamente, hay en la institución de la Sagrada Eucaristía, cuatro palabras, por demás decidoras, que resumen toda la teología de la Eucaristía, que es también la teología del optimismo. En la última noche que el Señor pasó con sus discípulos, como los hubiese amado, quiso amarlos hasta el fin (cf. Jn 13,1); se sentó a la mesa, en sus santas y venerables manos tomó el pan, lo bendijo, lo partió, y lo dio.
Lo tomó. En la noche de la institución, sobre la mesa del convite, había una canasta de pan... con multitud de panes, tan pobres como los del pequeño Ignacio, y Cristo tomó uno, el que quiso... no por mérito suyo, sino por su inmensa dignación... De entre los 2.000.000.000 de hombres me escogió a mí, me llamó a mí, a ser su hijo, me invita a hacer algo, algo grande. ¿Lo podré?
Lo bendijo. Lo cargó con su bendición y lo transubstanció. Sobre el altar, un copón de hostias: harina y agua... arrugadas, amarillas, hilachentas... Cargadas de la bendición de Cristo. Al asistir cada día al Ofertorio, veré al sacerdote que ofrece algo tan pobre. ¿No tiene vergüenza? Pero en la consagración, ¡esa pobreza, se transforma en divinidad!
Lo partió. Y ese pan preparado, lo rompe... Vea romper esa hostia... Los sacrificios... no para destruir, sino para dar. El grano de trigo... si no muere (cf. Jn 12,24).
Lo dio. El fin de mi vida: darme. Darme entero a los demás, con optimismo, porque cargado de la bendición divina. Si yo pudiera asistir cada día a Misa, comulgar cada día... ¡Cuánto sentido de optimismo tendría mi vida!
Y luego durante el día, orar... Orar sabiendo que Él vive en mí. Que no [somos] dos sino uno. [Es una enseñanza] de fe: la habitación de Dios en el alma. ¡Nosotros! No yo solo. Él en mí. ¿Valgo algo? ¡Ya lo creo! ¡A Ti solo me he entregado!

No estas deprimido estas distraido



No estas deprimido estas distraído, distraído de la vida que te puebla, distraído de la vida que te rodea, 
delfines, bosques, mares, montañas, ríos. 

EL OBSTÁCULO MAYOR DEL OPTIMISMO


 El obstáculo mayor del optimismo es el sentimiento de inferioridad
El psicólogo vienés Alfredo Adler ha tratado de echar por tierra la teoría de Sigmund Freud sobre la causa de la neurosis. Según Freud, las neurosis arrancan de la represión de una tendencia de orden sexual, en los primeros años de la vida, que, sepultada en el inconsciente, perturba nuestra conducta. El remedio consistirá, mediante un psicoanálisis, en sacar a la conciencia ese elemento perturbador del inconsciente. Alfred Adler, en cambio, encamina sus explicaciones desde un punto de vista totalmente diferente: él parte de la tendencia que tiene toda persona de ser estimada, apreciada, del hambre de consideración... y cuando este sentimiento es atropellado, la tristeza interior provoca un verdadero conflicto que se traduce en el complejo de inferioridad (sentimiento de menor valía, compensado con revanchas en las líneas en que uno se siente fuerte).
Este complejo de apocamiento –llamémoslo así– es uno de los mayores obstáculos al optimismo. ¿Yo, para qué valgo? ¿Qué sentido tiene mi vida? Soy incapaz de todo... y por eso nadie me cotiza; no se me considera...
Y de aquí, un cruzarse de brazos. Al pretender empujarlo a que llene su vida de amor, a que haga algo útil por los demás... se ve lleno de desaliento. “Lo mismo da que haga, o que no haga. ¿De qué sirve mi modesto trabajo? ¿Qué va a pesar mi abstención?... Si yo no me sacrifico nada cambia... No hago falta a nadie. ¿Un voto más o menos?”... ¡Cuántos apóstoles se frustran... cuántas energías se pierden! ¡Cuántas almas se amargan!.
San Alberto Hurtao

domingo, 4 de noviembre de 2012

Realidad en produccion de "géneros" musicales.

La realidad de los “géneros” en las condiciones actuales de circulación, producción y reproducción de música
Uno de los supuestos que parece guiar muchos estudios sobre el consumo musical es presuponer que los escuchas asocian sus gustos por afinidades de manera tal que habría una relación de empatía favorable con un grupo X y con el tipo de grupos que tocan la misma música que ese grupo, e incluso con las personas que gustan de los grupos que participan de ese conjunto. De este supuesto deriva toda una tendencia a suponer que una comunidad interpretativa constituye una “tribu urbana” más o menos homogénea y separada de otras, identificadas con los valores de esa comunidad concebidos de forma bastante unívoca. La hipótesis de las “tribus urbanas” (Maffesoli 1990)[5], que ha guiado la percepción que tienen algunos estudiosos de las relaciones entre públicos y músicas, representa, desde el punto de vista lógico e histórico un verdadero obstáculo epistemológico. La postura de Maffesoli capta la adhesión a un grupo y un “género” musical, como un caso de “neo tribalismo” en el que la “pasión comunitaria” y “alegría de la vida primitiva” (Maffesoli 2002: 227)  vitalizan con la presencia de lo arcaico la posmodernidad concebida como frialdad, individualismo y racionalización. El tribalismo, efervescencia móvil, presenta una lógica de construcción de experiencias y sujetos que se opone a los esencialismos del individuo y la identidad (Maffesoli 2002: 237) y parece inspirarse en fenómenos como las raves[6]. Nuestros análisis chocan contra esta hipótesis tanto al partir como al llegar.
En segundo lugar un problema derivado de su uso: al no extraer más denominador común que la propia voluntad de agregación -de socius, dice Mafessoli--, aún concebida en su carácter precario (generador de colectividades inestables) esta hipótesis se priva de establecer otras “comunidades”: las que atraviesan a las supuestas tribus y refieren a contenidos culturales significativos en una época y son recurrentes en las “tribus”. Una cuestión diferente es la que han planteado autores como Bennet, Kahn-Harris, Carrington, Wilson, Weinzier, y Muggleton, que apuntan, como nosotros, a la heterogeneidad interna de las comunidades ¯en nuestro caso apuntamos también a esto como elemento de su desestabilización y fragilidad.
La música siempre ha formado uno de los elementos principales en la formación de la cultura, y a su vez puede influir en costumbres y emociones de los individuos. Durante la historia la música ha sufrido grandes cambios, se puede notar en los cambios de ritmos musicales durante los años que van desde la música clásica, pasando por la música disco hasta llegar a la actual, cada época ha tenido un estilo musical que la represente.
Los adolescentes son los más propensos a ser influenciados por los nuevos estilos musicales, ya que se sabe que los jóvenes construyen su identidad con el vestuario, el peinado, el lenguaje, y la música. Los jóvenes se unen a grupos. Los amigos son el centro donde se forman los patrones de conducta que sigue el adolescente. El deseo de ser independiente de la familia lo va a suplir con la dependencia de un grupo. En definitiva, se establece un sistema de creencias. Los miembros del grupo actúan siguiendo estas creencias. En los grupos en los cuales, el elemento de unión, es la música, las creencias se generan a partir de ella. Ella es la que determina la forma de vestirse, de peinarse, de moverse, la forma de hablar. Este conjunto de creencias construye la identidad de ese grupo de pertenencia. Por eso es que la población joven, sean los que muestran mayor nivel de compra de material discográfico y son la audiencia principal de los canales de videos musicales.
En un mundo que tiende a la homogeneidad extrema, la música parece ser la última salida donde mostrar una diferencia. Ser original, independiente o rebelde, e ir contra la corriente. Quizás sea buscar una identidad diferente a la de sus padres, o quizás, solo ocupar el tiempo libre, o ahogar el sentimiento de soledad, y encontrar un grupo de personas en el que ampararse ante las exigencias del sistema. El hecho es que una de las actividades que más realizan los adolescentes es escuchar música. La música une a individuos de puntos muy diferentes de la sociedad. Esto no es ignorado por las compañías discográficas, que tienen bien en claro su mercado, particularmente juvenil. Por esta razón, resulta lógica la preocupación por buscar, mantener y ampliar un mercado de consumidores. Para esto, los medios juegan un papel muy importante que utilizan estas compañías para difundir la nueva música y nuevos artistas.

LA FE


LA FE
Es lo que una persona sostiene en el medio social de la vida cotidiana,si la fe no nace como fuerza interior, sino que sencillamente uno acepta directamente la autoridad de una persona por algún tipo de temor mórbido a ser castigado o por ganar la recompensa prometida. En este caso la fuerza nace de la propia voluntad de la persona. Este tipo de sumisión, tiene a largo plazo, y de violarse la promesa inicial (bien las pautas por las cuales se castiga o las pautas por las cuales se premia), al agotamiento y pérdida de la fe y/o la pérdida absoluta de la sumisión. Caso de que la persona persista en sostener esa fe aún más allá de la pulsión que le permita someterse, se corre el riesgo de enfermar. Si estas bases no se violan, la persona continuará sana y satisfecha de observar que su esfuerzo sirve de algo (bien para no ser castigado y/o bien para ser premiado, las mismas bases que se usan en el adiestramiento de cualquier otro animal). De esta sumisión nace la fe como doctrina religiosa.
  • Voluntad moral es la expresión de nuestros actos por la confianza en que lo aplicado será de beneficio para otros. Esta actitud parte de una persona sana, satisfecha consigo misma y relativamente feliz.
  • Esperanza moral es la expresión de nuestros actos por la confianza de que obtendremos un entorno moralmente acorde a lo que establecemos como bueno, ajustando nuestro comportamiento, dado que es lo moralmente correcto.